GJIROKASTER CON GUNDI Y NADINE (31-01-2022)

Llegamos a Gijrokaster al atardecer. A la entrada de la población vemos un bonito lago con esas magníficas montañas de fondo que conservan sus picos nevados, sin duda es el escenario perfecto para pasar la noche. El atardecer es espectacular con los tonos magentas y rosáceos reflejándose en el agua apaciguada de este estanque.

Minutos más tarde de la caída del sol, una furgo blanca aparca detrás de nosotros.

  • Darling matrícula española –me dice Jose.
  • ¡Qué guay!, vamos a conocerlos –le respondo.

Lo cierto y como ya hemos mencionado, estamos faltos de compañeros de viaje. En nuestra anterior aventura, en cada campamento conocíamos a alguien, pero el paso por la Europa Occidental nos ha privado de este placer. Aunque parece que al llegar a Albania, esto ha tomado un giro, lo cual es otro indicio de que los nómadas preferimos estos destinos.

En cuanto que nos acercamos a su furgo, se crea un halo de buen rollo que perdurará por días, además son de nuestra quinta, con lo que hay mucha conexión, y nos volvemos casi inseparables, eso sí, las duchas y las siestas hemos decidido no compartirlas.

                                

Durante nuestra primera charla que dura horas, Nadia y Gundi nos cuentan su experiencia viviendo en Islandia, ambos son guías de viaje y trabajan durante la temporada, lo cual les permite tener bastante tiempo libre y ahorros para pegarse un viaje de meses como el que están haciendo ahora mismo: Albania, Grecia y Turquía.

Gundi es una enciclopedia, vamos que cualquier cosa que le preguntamos la sabe, jajaja, con lo cual lo bombardeamos en lo que respecta a temas de manejo de Gopro y dron. Nadia es experta en temas más burocráticos, con lo que nos ponen al corriente de lo que hay que hacer para entrar en Grecia, en Turquía, en Irán… Madre mía, no tenemos ni idea de nada ¿qué pensarán de nosotros? Los tenemos acribillados. Y después de la teoría viene la práctica, con lo que Gundi además nos da unas clases del manejo de los artilugios que llevamos durante meses en los armarios de la Española.

Pasamos los días de comilona en comilona, porque además con los precios de los restaurantes de Albania, bien nos lo podemos permitir. En uno de ellos, acabamos bailando folclore albanés, ¿y cómo no?, rematamos la faena con unas seguidillas manchegas, dándolo todo. La familia que lo regenta es una pasada y no faltan las risas y los bailes.

            

             

Mientras nuestros amigos van en busca de las termas, nosotros exploramos esta población. Si hay algo en Gjirokaster que no podemos dejar de visitar, es el bunker antinuclear que hizo construir Enver Hoxha, el que fue dictador del régimen comunista que que tuvo en este país entre 1944 y 1985.

Desde que entramos al país, hay algo que nos acompaña en nuestro camino y que lo caracteriza, unos champiñones gigantes de hormigón. Los hemos visto en playas, montañas, campos, estas construcciones han quedado como símbolo de Albania.

Para entender mejor estos bunkers, nos remontaremos a la Guerra Fría, donde el mundo estaba dividido en dos, los amigos de EEUU y los amigos de la URSS, es decir, el capitalismo y el comunismo.

Hoxha, era un comunista radical, incluso para los estándares de su época. Sostenía que Stalin, e incluso el mismísimo MaoTstun, eran demasiado “blandos” porque en cierto modo se estaban abriendo a occidente. En plena Guerra Fría, abrazó una política aislacionista, incluso de otras naciones del pacto de Varsovia. Con lo que un ataque podía venir por cualquier flanco.

Su pueblo vivió un duro régimen en el que no había libertad de expresión, la oposición estaba castigada con la pena de muerte, escuchar una radio extranjera, con diez años de trabajos forzados y no se podía salir del país sin autorización del gobierno.

Entre 1968 y 1983 se construyeron más de 750.000 bunkers para proteger a la población de un supuesto ataque, repartidos por todo el país y sumiéndolo en la pobreza por la desmesurada inversión. Los había para refugiar desde 3 o 4 personas hasta más de 200. Ejemplo de ello son los túneles de Tirana ó este de Gjirokaster; mini ciudades subterráneas.

Estos bunkers nunca llegaron a utilizarse, pero quedaron como símbolo de la paranoia de este dictador y como símbolo de un país que poco a poco se va recuperandose y saliendo de esta pobreza.

Como anécdota, mencionar que el ingeniero que diseñó estos champiñones debía testarlos él mismo introduciéndose dentro y  resistiendo el ataque de un tanque. No me hubiese gustado a mí estar en la piel de este señor. Nosotros nos hemos colado en unos de estos champiñones y la sensación es muy claustrofóbica.

La mayoría de estos bunkers, están abandonados, algunos se han recuperado con fines artísticos o museos, otros como chiringuitos de playa y otros se aprovechan para encuentros amorosos, sin duda un lugar original.

Nos hemos acercado a la oficina de turismo donde la situación es la siguiente: cuatro chicos de charla sentados alrededor de una estufa es una sala pintada de color verde chillón. Luljeta, la chica encargada de la visita guiada nos comenta que volvamos en una hora, jajaja, está claro que le hemos cortado el rollo.

Intentamos en esa hora grabar un reportaje sobre los bunkers y sobre la vida de este dictador, pero la vida cotidiana de esta ciudad nos lo impide, y la verdad que acabamos grabando un vídeo muy divertido de las situaciones que nos pasan en el intento.

Después de una hora, volvemos y no hay cuatro, sino seis en el corro, parece ser que este es el lugar de encuentro de la pandilla, con lo que decidimos unirnos a la tribu a ver que se cuentan. El túnel antinuclear, ha pasado a ser secundario.

Entre los chicos está Selim, que habla bastante bien inglés y que nos cuenta la situación de su país, donde el sueldo medio son trecientos euros y donde los jóvenes no tienen demasiadas oportunidades, y ya si hablamos de la reputación albanesa… porque ¿qué sabemos de Albania y de los albaneses? Básicamente nada o lo que nos suena de la tele, que son mafiosos, por ejemplo. Con lo que el tema de poder salir de su país para buscarse la vida lo tienen complicado, ya no sólo por esa reputación, sino porque no pertenecen a la Unión Europea. Por supuesto no pueden viajar fuera de su país ya que todo les resulta carísimo y de alguna manera sobreviven en este lugar que a nosotros nos está encantando pero a ellos tal vez no tanto.

En cualquier caso y después de otra hora de charla, levantamos nuestras posaderas y vamos al bunker que está al lado, en el de un monte que da a la plaza.

       Nos frotamos las manos porque este tipo de visitas nos entusiasma, pero en cuanto nos adentramos por el túnel que por cierto está en unas condiciones bastantes deplorables, nos quedamos sin luz.

  • Vaya ¿qué pasa? –pregunto
  • Parece que nos hemos quedado sin luz –responde Luljeta.
  • Podemos ir con linternas –comenta Jose.

Luljeta, saca el móvil y hace una llamada. Cuando cuelga nos dice que debemos abandonar el lugar ya que es peligroso, los cables están por el suelo y hay agua, si pisáramos uno de ellos podríamos acabar fritos.

A pesar de que insistimos de que iremos con cuidado, la policía le ha dicho que abandonemos de inmediato el lugar, con lo que no hay visita, ni historia, vaya faena. No sé muy bien lo que ha pasado, pero parece ser que han sido yonkis.

 

Pues plan B, volvemos a la oficina de turismo y seguimos de cháchara.

Gundi y Nadia, nos llaman para decirnos que ya están de vuelta en la ciudad, con lo que pasamos el día con ellos por su puesto de comilona, jajaja, y de paso aprovechamos para pasear por la calles de la ciudad.

             

              

Por la mañana partimos todos hacia el Blue Eye, un lugar donde hemos tenido una sobredosis cromática. Conocido como Syri u Kaltër, es una piscina natural de posiblemente más de cincuenta metros de profundidad, aunque se desconoce exactamente porque sólo se ha conseguido llegar a 45 m buceando.

Sus colores turquesa y verde intenso, son debidos a las algas que han proliferado en este lugar que es sin duda otra joya escondida en un rinconcito de Albania.

            

            

Después de echar unas risas con esta pareja de cachondos en el aparcamiento del Blue Eye donde hemos pasado la noche, nos damos un fuerte abrazo de esos en los que te fundes y nos decimos adiós.

Gundi y Nadia van para Grecia, y nosotros hacia la costa albanesa que todavía no hemos explorado, y que tan bien nos han hablado de ella, además tenemos ganas de buen tiempo.